Lejos de ti
El otoño, para mí, es la estación más triste del año, es la época que aprovechan algunas aves para migrar al sur en busca de un clima cálido… y, otros, para cruzar el muro al Norte. Las hojas de algunos árboles cambian de color, se empiezan a secar. Después del otoño iniciará el invierno, y por lo tanto, el frío me hará temblar y tastaciar los dientes, aunque use ropa de la época y, abrigado, yo parezca un pingüino. No importa cuántas tazas de chocolate o café me tome, será difícil mantener una adecuada temperatura.
Si se está triste, la naturaleza esconderá su belleza… El viento arrancará las hojas que no caerán solos y el paisaje se verá muerto, desértico, descolorido: las ramas sin nidos, sin pájaros... El medio ambiente callado (sin canto), el retozo del ecosistema reposará hasta que sea primavera, debajo de los árboles habrán alfombras de hojas secas… En invierno, el cielo se mantendrá nublado: en las noches las estrellas estarán ausentes y, en la mañana, el sol oculto tras las nubes grises. Y cuando tímidamente brillará, algún nubarrón inoportuno, lo volverá a ocultar mientras yo, suspirando, seguiré lejos de ti…
Después del día de Acción de Gracias (Thanksgiving Day que se celebra el cuarto jueves de noviembre) festividad en la que se come el pavo, conocido por los Mexicanos con el nombre de guajolote y chompipe para los guatemaltecos, llegarán las celebraciones decembrinas. Por estas fechas, se observan las luces navideñas y los muérdagos, colgados, en el centro de las puertas… y demás adornos. En Guatemala, las posadas recorrerán las calles seguidas por muchos devotos y yo recordaré los años maravillosos de mi niñez cuando detrás de los aldeanos, mientras escuchaba el Tu- tuc –tuc-tuc (sonido emitidos por las conchas de tortuga al golpearlas con baquetas), quemábamos cuetillos y canchinflines.
Para la media noche del 24, estaré dando el abrazo correspondiente a los amigos, y quizás, el 31 comeré las doce uvas al recibir el año nuevo, pero no escucharé el Brindis del bohemio, ni abrazaré a mis padres y hermanos, no tomaré ponche, tampoco comeré tamales con ellos... Todo el mundo estará celebrando mientras yo, sollozando, tristemente, estaré lejos de ti, amada…
Hoy en diciembre, estoy lamentando no poder participar en los Juegos Florales Navideños y por no haber podido conocer San Juan Perdido. Extrañaré la feria Luciana, los dulces, los juegos mecánicos (especialmente la Rueda de Chicago). Estoy recordando, nostálgico, algunos lugares de mi querida tierra. Esos paisajes turísticos que visité (los que anhelan visitar los extranjeros y que, desafortunadamente, son menospreciados por nosotros mismos). A esa geografía que deseo volver a caminar. Quiero bañarme con el agua térmica de Las fuentes Georgina de Quetzaltenango. Anhelo visitar, de nuevo, el convento de las Capuchinas de Antigua Guatemala. Quisiera tomarme una selfie en las ruinas mayas, hechas con piedras brillantes, de Mixco Viejo. Me gustaría volver al mapa del relieve y al zoológico la Aurora. Añoro respirar el aire a orillas del lago de Atitlán. Ese lago inigualable que visité tres veces: una vez por Santiago La Playa Blanca. Y las otras dos por Panajachel, allá donde juré amor eterno y comí sobre una hoja de bijagua el exquisito platillo típico llamado patín. Ansío correr descalzo por las playas de Sipacate o chapotear el agua salada del Puerto San José… Extraño a mi Santa Lucía Cotzumalguapa, pero más a su guapas mujeres… Mientras evoco esos lugares, de mis pupilas caen dos lágrimas y lloro desconsoladamente, porque seguiré lejos de ti, amada Guatemala.
Autor: Luis Xalin.
NOTA: El anterior artículo fue publicado en la Revista “Cotzumalguapa” del periodista Carlos Barranco, en el mes de diciembre, Guatemala. También, publicado en el blog El Espacio Abeja en diciembre, 2010.