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El brazo del Niño Dios

 
(Microrrelato seleccionado entre 2003 trabajos, en el concurso "La Navidad" organizado a través de la página web www.letrasconarte.es.tl  para su publicación en una antología con el mismo nombre del certamen).
 

En nuestros corazones brillaba la alegría. En esa Nochebuena era mi turno colocar al Niño Dios en el pesebre de la representación de El Portal de Belén que en casa habíamos hecho días atrás, al pie del “Arbolito Navideño”  adornado con lucecitas de colores y que en su copa resplandecía la estrella que guiaba a los Reyes Magos. Era tanta la emoción por ser mi primera vez que, accidentalmente, el Niño Jesús fue a parar al suelo ante la mirada atónita de mi familia. De un soplo apagué mi gozo porque el muñeco de yeso que representaba al Mesías era una reliquia heredada por varias generaciones.

Esa noche después del lamentable suceso, visitamos la casa de una vecina que tenía a un hijo enfermo. Llevamos tamales, ponche y compañía; a medianoche nos dimos un emotivo abrazo. “Es una Señal Divina –había dicho mi madre por el incidente- que nos recuerda  uno de los objetivos que nos dejó hace más de dos mil años El Salvador del mundo: hacer siempre actos de caridad”.

¡En mi corazón floreció el tulipán del verdadero motivo de celebrar la Navidad y en el pesebre de nuestro Nacimiento yacía el Niño Dios con un bracito roto!
Autor: Luis Xalin

La labor de mis maestros (Parte II)


En la primera parte sintetice el buen trabajo que hicieron mis profesores en la etapa de la educación primaria al tratar de inculcarme las bellas artes. En esta entrega, me enfocaré en el loable apoyo por parte de otros maestros que sin tener el título fueron bases solidas para mi formación académica:

Sin lugar a dudas, el primer sostén se recibe de quienes son llamados “los primeros maestros” y, efectivamente, me refiero a mis padres. En la casa, mi papá además de ayudarme con las operaciones elementales de la matemática, trató de enseñarme a tocar la guitarra, pero tampoco la música fue mi fuerte. Me encantan las canciones, pero mi voz para cantar es de esas que quiebran los cristales y nunca desarrollé habilidad alguna. También, hizo hincapié en enseñarme las pautas de la agricultura, la apicultura y la ganadería. Sin embargo, entre piquetes de abejas, cera, miel, polen, futas y granos, quedito me desvié como algo inusitado por el sendero de la literatura que me ha alejado de alguna manera de los llamados “malos vicios”. (Por lo anterior, no  me sorprendió un comentario que me hizo un buen amigo, que entre otras cosas decía: “Quien pudiera imaginar que el  hijo de un agricultor y cortador de caña  se convertiría en  un escritor”. Modestitamente le agradecí y le aclaré que me considero nada más  un aprendiz). 

Por su parte mi madre me inculcó la lectura porque me hizo releerle muchas veces un mismo libro.  (No reseñaré más porque en anteriores entregas ya lo he apuntado ¡Ahora tendré  el honor y el privilegio de leerle mi propio libro de cuentos (inédito) y secarle con mi pañuelo un racimo de lágrimas, fruto de la emoción! ¡Ella es “la culpable” de que sea uno de los  amantes de doña lectura y no la puedo abandonar! ¡Amo escribir y amo leer! Ahora que tengo dos amores, comprendo el por qué se encuentra el amor en una, y el placer, en la otra.
Quiero hacer una mención especial a quien también se ganó el calificativo de maestra: a mi tía (sin nombres, ni apellidos) que por las noches me explicaba las operaciones de la división porque había “tronado a sapo” el quinto grado por la carencia de conocimiento, especialmente en matemáticas, y gracias a su orientación logree una honrosa distinción en el último año escolar del nivel primario. Y  también me obsequió  varios  libros de lectura que releí en mis años mozos.   

He aquí, parte del proceso de  cómo la telaraña de la literatura  me atrapó en sus extraordinarias redes.  Quizás decidí escribir porque sólo debo tener un lápiz, unas hojas de papel (o una computadora), un borrador grande y una copa de vino para dejar volar mi imaginación. ¡Y al terminar cada escrito el mejor de los premios es recibir un ardiente beso de la amada “traida”! La literatura me ha enseñado a dibujar con letras mis sublimes y emotivos retazos infantiles; a pintar con frases y oraciones algunos retozos y a volver a poner en escena los recuerdos infantiles  más emotivos. ¡Ahora quiero ser un pintor de cuentos! ¡Pretendo ser un dibujante de poemas! Soy aprendiz de actor de mis recuerdos! He podido viajar (metafóricamente)  a mundos lejanos, he gozado muchas locuras con las bandadas de letras que felizmente han posado en mis hojas de papel. He regresado al pasado en esa máquina del tiempo que todos llamamos evocaciones. He cultivado rosas donde otros veían un desierto…

Mis padres me apoyaron en todo. Responsables a sus obligaciones paternales,   me sugirieron que estudiara una carrera profesional de mi elección, pero una  que tuviera  la vocación del servicio para así tener  un quehacer que me proveyera de recursos económicos para mi sobrevivencia y a la vez, contribuir a la patria. Y yo escogí una que me ha dado mucha satisfacción personal. ¡Hasta la fecha: las letras que cuelgan de los panales de mi mente y que producen el zumbido de la inspiración (que por las noches muchas veces me priva del sueño), ya me han dado de saborear en algunas ocasiones, las exquisitas mieles del triunfo!

Bueno amables lectores esto ha sido una breve autobiografía (incompleta). Con esto finalizo el   2014 que personalmente me ha dado muchas bendiciones.  Si Dios, y el director, me lo permiten seguiré el otro año publicando mis Xalinotas en esta “revista que no se vende”, ni se venderá.

Autor: Luis Xalin.

Nuestro hermano Jesús




 

Tener hermanos es un privilegio maravilloso: mi hermano mayor  me defendía cuando me gritaban en la calle y en la escuela (o donde sea) un apodo. Fue como Sancho Panza que acompañaba a Don Quijote de la Mancha en las aventuras, éramos como uña y mugre  en las travesuras de  la niñez. Un soporte emocional en mis tristezas y reíamos a carcajadas en los momentos de extrema alegría. Un cómplice de las diabluras hechas con total inocencia y apoyo incondicional en mis locuras. Mi primer amigo y compañero escolar. Compartimos lo poco que teníamos en partes iguales cuando se trataba de la comida o golosinas. No existían envidias, ni rencores  a pesar que a veces nos  peleábamos “a muerte”  como cualquier patojo de nuestra edad. Mi confidente en cuestiones de carácter íntimo, tales como amorosas.  De él tengo más recuerdos que de mis otros hermanos; eso no quiere decir que a los demás no los quiero sino que conviví más tiempo con él, en comparación con carnalitos. Y tener hermanos menores es una responsabilidad grande porque se tiene que dar un buen ejemplo para que sigan un sendero que los lleve al progreso. De lo contrario, uno  caería en el error de ser “la oveja negra” porque ellos tienden a imitar de los mayores,  ya sean buenas, regulares o malas conductas y nadie quiere ver a sus hermanos en el abismo del fracaso. Todos tenemos la obligación de ayudar y de sacarlos avante, personalmente pienso que si ellos están bien, yo estaré en paz conmigo mismo. Este necesario exordio sirve para explicar el cariño  entre hermanos y que todos tenemos, por el amor de nuestro Padre Celestial, un Hermano Mayor: Jesús de Nazaret. 

 

Hace más de dos mil años, nos enseñan las Sagradas  Escrituras que  la virgen María  concibió por el poder del Espíritu Santo  9su primogénito, Jesús. Para José que tuvo el privilegio de ser padre terrenal del Hijo de Dios, podemos suponer que fue difícil aceptarlo, y lo hizo, hasta que en un sueño le fue revelado los designios del Todopoderoso. Como se dice popularmente  “padre no es el que engendra sino el que cría” y este fue un claro ejemplo al acatar la divina providencia. Jesús vio la luz del mundo y tuvo un  pesebre por cuna, cumpliendo así las profecías hechas varios años antes de su sagrado nacimiento.  Tuvo que nacer por la vía natural para venir a la tierra y dar su vida para que todo aquel que cree en él, su espíritu sea salvo: fue crucificado para pagar nuestros pecados, cumpliendo así la misión dada por el Creador del Universo y materializando el inigualable paradigma de hermandad.  Él lo dijo: “… aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos  ese es  mi hermano...”

 

Y las fiestas decembrinas, además de tener el propósito de recordar el acontecimiento más importante de todos los tiempos que marcó una  nueva época para la humanidad, también que sirva para la reconciliación entre personas y familiares; para entablar una mejor relación con el prójimo y seguir uno de los  ejemplos que nos dejó nuestro Hermano Jesús: la caridad.   Reproduzco la parte final de mi cuento El Mejor Regalo Navideño que fue escrito propicio para estas fechas: “Recuerdo que mi abuelita decía que “es mejor dar que recibir”, pero a las personas mayores se nos olvida esa ideología que causa emociones celestiales. Todo mundo para estas fechas hacemos representaciones de “El  Portal de Belén”. Adornamos el “arbolito navideño”. (Únicamente queremos disfrutar a lo grande y no recordamos el verdadero espíritu de la navidad) Y   olvidamos al necesitado de compañía, a los enfermos y en el más recóndito lugar de nuestro corazón arrumamos el deseo de hacer un acto de amor…”.

 

Agradecido con el año que termina y esperando el venidero, les deseo una feliz navidad y un prospero años nuevo. ¡Salutaris!

 

 

 

 

 
Autor: Luis Xalin