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El paracaidista infantil: poético y sobrio.




Luis Xalin, en El paracaidista infantil, parece entender el cuento a la manera de Augusto Monterroso.
Narra lo que, en apariencia y para el lector, puede parecer intrascendente, pero que, para el protagonista y para el arquetipo del ser humano, es algo significativo. También parece entender lo inverosímil, como lo entendía Julio Cortázar.
Lo fantástico nace de lo cotidiano en estos relatos, por ejemplo, un niño en el acto casi rutinario de lactar, da cabida a un elemento irreal cuando, en el primer cuento, el narrador transmite algo que grabó en su mente, cuando aún estaba pegado al seno de su madre.

Sumado a esto, Xalin presenta una particularidad en su libro de cuentos: todos los relatos comparten los mismos protagonistas y el mismo espacio-tiempo, como una novela, pero sin tener las demás características de ese género; todo esto con un lenguaje moderadamente poético y, sobre todo, sobrio.

Pablo Bejarano
Escritor y poeta

Una novedad: El paracaidista infantil




Una novedad: El paracaidista infantil

     El narrador abre el chorro del recuerdo… La época de su niñez desborda estas páginas. Todo es visto y vivido a través de la lente de un niño, el testigo, el protagonista. Él, algunas veces, solo ve y cuenta lo que pasa, pero en la mayoría de los relatos narra lo que sintió, vio y le ocurrió.

     Con una sabrosa descripción de la campiña y una narración limpia de los sucesos el contador nos va enganchando en una serie de quince piezas que le dan tal unidad a la obra que, pese a que el mismo autor, Luis Xalin, presenta como libro de cuentos, tiene el recorte de una novela corta.

     El personaje central es un niño que, en primera persona, nos relata situaciones que vive en su infancia con aventuras, alegrías, miedos y llanto. El escenario pareciera que es un caserío o aldea del occidente de Guatemala, cuyo nombre es Cumatzil, de donde supondríamos que es originario el pequeño, pero no, es un Macondo o un Comala en la costa Sur. Su familia vive en una precaria situación económica, como la mayoría del área rural de este país.

     El título parece anunciar que tenemos entre las manos un libro para niños, como se creía debía ser El Principito. No es así. Se adecúa para lectores a partir de los 10 años y para los adultos. Hay hechos de violencia que impactan como situaciones inocentes y graciosas propias de un infante. Va de todo. Pero también es moralizante, la familia nuclear enseña a sus hijos la corrección y la rectitud. Pide el cuidado del ambiente.

     El paracaidista infantil arranca con un relato sobre una madre luchadora. Todos dan por muerto a su hijo gravemente enfermo, ella no. «…Ella espantó el terror colgado al revés de las ramas enmarañadas de su pensamiento…» Otro nos abre esa pena por la imposibilidad de comprarle un juguete al hijo por falta de dinero, como el caso de Quisiera ser un niño, canción de Los Ángeles Negros que dice: «Recuerdo con angustia/ cuando a mis padres les pedí/ al cumplir diez años/ un lindo tren/ que un día vi/ en una vitrina/ Mamá con tanta pena/ me dijo no no puede ser/ solo un beso te puedo regalar…»

     En otro cuento, se refiere al gesto hermoso del protagonista quien obsequia su único regalo navideño a otro niño necesitado. Pasa también por condenar el bullying en las aulas escolares. Y nos deja heridos, a los lectores, y protestando por las injusticias, la desgracia de la pobreza y las tragedias que provoca la delincuencia.

     En fin, Luis Xalin me ha sorprendido gratamente con esta nueva publicación, El paracaidista infantil, que, con palabra fácil, uso exquisito de la metáfora y el símil, demuestra que no solo es un buen poeta, sino que un excelente narrador también.

Rómulo Mar
Poeta y escritor