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El poder de La Palabra…

 
El poder de La Palabra es infinita… Me gustó la pregunta: “de qué tamaño tienes tu lengua?”, desde que la escuché se quedó redundando en mi mente. Sin lugar a dudas una de las armas poderosas que tenemos los seres humanos es la palabra, pero el buen uso que hagamos de ella hace la diferencia y nos conduce a cimentar las bases  de una magnífica comunicación.  En el antaño la palabra era inquebrantable, no había necesidad de firmar algún documento que amparase un negocio o un préstamo económico, bastaba la honorable palabra.  Pero actualmente ya ni en los “papeles” cree la gente porque tienen aprensión a ser víctimas de acciones fraudulentas. Con la palabra podemos destruir o instruir sicológicamente a cualquier individuo que se  acerque a  pedirnos un consejo al estar  pasando por alguna mala situación. Y si damos una equivocada exhortación nos haremos culpables del resultado. Deberíamos enfocar una solución equitativa para no afectar a ninguna parte involucrada.
  A mí desde niño, mis  padres   me repetían frases fortalecedoras de ánimo.  Desde pequeño he crecido con esa mentalidad, mi mente fue programada, ellos me decían algo así cada vez que fracasaba en algún intento: “M’ijo triunfarás en la vida, no te detengas”, “Eres el mejor estudiante, no te des por vencido”, “Eres inteligente”, “Tú lo puedes hacer, no tengas miedo”, “La próxima vez lo lograrás”… En caso contrario, quizás me hubieran traumado porque la negatividad  no es la mejor medicina para superar los frustraciones que nos enseñan que siempre existe otra oportunidad. La confianza puesta en mí, fue, es y será el fuerte vencedor cada vez que personas, ajenas a mi sangre o de mi mismo árbol genealógico, traten de persuadirme a fracasar…
 Tenemos la palabra para usarla cuando tengamos dudas y  pidamos explicaciones. Desafortunadamente, hacemos mal uso de la palabra cuando al responder mentimos por cualquiera causa, engañamos sabiendo que primero nos engañamos a nosotros mismos y que las consecuencias son la mayoría de veces graves. ¿Por qué no somos sinceros?  Tratamos de ocultar las mentiras y por último emerge la verdad. Esto conlleva a rupturas que destruyen familias e inocentes, por consiguiente, nos destruimos a nosotros mismos.
 Sabemos pedir perdón, pero nos es muy difícil perdonar, pero eso sí, deseamos con toda el alma alcanzar misericordia. Insultamos a diestra y a siniestra cuando nos ofenden o ridiculizan ¿por qué no nos quedamos callados? Con esto no quiero decir que nos dejemos humillar o agredir, no. Lo que trato es aconsejar a que seamos inteligentes para resolver los inconvenientes de una mejor manera y no llegar a los golpes.    Nos defendemos aunque no tengamos la razón por no “dar el brazo a torcer”, seguimos en el error a pesar de estar equivocados. Tratamos de esperanzar, y cuando no sucede un desamor, traición, aflicción o problema se nos olvida  como podemos y solucionarlo o consolarnos….
Si no somos capaces de cumplir no hay que jurar, prometer o dar la palabra, sino perdemos la credibilidad ante los ojos  del público, o lo que es imperdonable, ante nuestros seres queridos. Durante, toda la historia se sabe que los políticos  prometen un racimo de promesas y sólo cumplen algunos ofrecimientos porque es fácil desenrollar la lengua, pero no ejecutar la acción. Y la consecuencia ya lo saben ustedes.
Desafortunadamente, al tratar de motivar a alguien usamos frases, oraciones o refranes que son mal interpretadas por el interlocutor, y eso por ende, ocasiona malos entendidos que son muy difíciles de reparar. Por ejemplo, que pensaría usted si un amigo le dijera al tratar de exhortarlo: “Si buscas una mano amiga, antes de recurrir a mí, primero busca al final de tu mano”   La interpretación depende del estado anímico en el que se encuentre el sujeto. Se los dejo de trabajo.
Y no esta demás anotar que tenemos la necesidad de comunicarnos con la sociedad, exponer ideas, dar posibles soluciones, ser opositores a las injusticias, salvaguardar los derechos de la mayoría, pero es ilógico si no tomamos la acción de poner en práctica lo que expresamos. Por eso, desde hoy trataré de vivir unánime a La Palabra….

Autor: Luis Xalin.


Heridas y jeroglíficos (cicatrices) visibles e invisibles..

Y  qué hay de las heridas causadas con palabras filosas y  por actos envenenados por personas inconscientes?
Estas heridas invisibles, que  a diferencia de las heridas visibles, no les nacen costras de la noche a la mañana ni sangran por estar abiertas en el corazon. Sólo duelen como escuchar el silencio.
Las heridas visibles son aquellas que se hacen con un arma. O con un instrumento. Como un cuchillo o un machete. A veces por acciones inocuas, como pelar una naranja, un coco o una caña de azúcar, por hacer leña, por “chapear” o hasta por hacer alguna travesura.
Todavía recuerdo –me conto Güicho, mi otro yo, para no escribir con egocentrismo-   como me hice esta herida… claro que ahora ya es una cicatriz, en el dedo índice de la mano izquierda. Fue cuando hacia leña de un “palo volador", y se le ocurrió, con el deseo de cualquier patojo, tallar una horqueta para hacer una honda y así poder ir a “iguanear” con una propia. Tallándola estaba con mucho cuidado, cuando ¡zas! Se pego el corvazo en el dedo…
Otra vez, Güicho jugaba “tenta”. Descalzo como muchos amigos de su edad y de su aldea. Corría para que no lo tentaran, viendo hacia atrás, cuando sin darse cuenta, se paró sobre un “chaye” y según él, el alcohol que le echaron era más fuerte que el que hacen ahora porque cuando se lo aplicaron en la herida visible le ardió hasta el alma…
Las heridas visibles, así como las invisibles, las podemos evitar. No ofendiendo ni haciéndole mal a nadie. Y cuando lo hagamos sin darnos cuenta, o por  verdaderas ganas de “joder”, mejor pidamos disculpas. Para que no quede rencor en la herida que uno hace y para que no genere deseos de venganza, que sea el inicio de una gran cantidad de eslabones que formen una en una enorme cadena.
La herida es el presente doloroso y una forma de probar la gran debilidad de la humanidad.
Cada vez que tengamos o provoquemos una herida invisible, pongámosle un poco de pomada de arrepentimiento que hará que se forme la costra del perdón, vendémosla con calma y de vez  en cuando lavémosla con agua de olvido. Yo sé que es difícil, pero intentarlo es el principio de querer poder hacerlo.
Y las cicatrices son jeroglíficos  del pasado y son imborrables en el alma de cualquier persona a las que siempre les están recordando, estas palabras: dolor, perdón, arrepentimiento, olvido.
Sabiendo que la lengua no tiene pelos ni huesos, cuidemos muy especialmente la palabra para evitar herir con ella.


Autor: Luis Xalin.


Nota: artículo publicado en la Revista “Cotzumalguapa “, octubre 2003.