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Un problema social... (Parte I)


 

 

Después de minimizar el ejército se maximizó el número de maras en nuestro país. A principio de los años  90s todavía “agarraban” a los hombres mayores de edad  para prestar el servicio militar de manera obligatoria. Por eso no se podía andar  por las calles sin documentos de identificación. En ese tiempo no habían tantos jóvenes dedicándose a extorsionar negocios y a personas por dondequiera.  

Muchos nos preguntamos, ¿Por qué un niño o un joven ingresa a una mara? Y no encontramos respuesta. Hay muchos motivos. Analizando desde afuera están los siguientes:

Jóvenes de diferentes edades y estratos sociales comúnmente se involucran en una mara por tener problemas con sus padres o con la familia que no les demuestra cariño  o les reprochan los errores anteriormente cometidos. En otros casos, podría ser  por no contar con un sustento económico al no encontrar un trabajo estable o temporal. Otro motivo quizás  sea por el mundo materialista que hoy vivimos. No se puede decir a ciencia cierta cuál es el motivo principal. Pero,  influye en gran manera que muy pocas parejas son estables. Una mentira, una traición, la infidelidad, una calumnia… hacen que las parejas casadas, se divorcien dejando niños abandonados. Son muchas las mujeres que con grandes sacrificios tienen que alimentar  a sus hijos haciendo el papel del padre. Les toca trabajar todo el día sin tener tiempo para educar y cuidarlos, menos para enterarse de los problemas que ellos enfrentan.

Cuando se termina el hogar, se termina la familia sin lugar a dudas y por lo tanto la sociedad. Sin embargo, esto no se da solamente en las familias pobres ni en las inestables. Existen padres que les dan a sus hijos casi todo lo necesario para que tengan una vida placentera, aunque no llena de lujos. Pero, no les abrigan con amor que es lo más necesario por no tener el tiempo para convivir en familia, para darles un consejo, para encontrar soluciones  a los problemas, para compartir y apoyar sus sueños. Los dejan solos con la pesada carga para enfrentar la vida y, a pesar de todo,  no los dejan trabajar. Entonces ellos sin ningún oficio cambian de actitudes: de la positiva a la negativa.

 
Autor: Luis Xalin.
 

Artículo publicado en la revista “Cotzumalguapa”, julio de 2007.
Redactado libremente.