Otro punto de
vista aduce que la “tele” influye en un porcentaje, aunque sea mínimo, en la
mente de un niño confundido al presentar a personas disfrutando de lujos, de
riquezas, de poder… a veces se piensa que disfrutando el fruto del trabajo que
destruye la vida de miles de jóvenes en todo el mundo…
Y el muchacho en
su miserable habitación (según él), muchas veces quiere imitarlos, pero sin
posibilidades no sabe cómo. Entonces puede caer en la trampa de pensar que la
forma más sencilla y rápida de ganar dinero es dedicarse a la delincuencia.
Otros lo hacen porque tienen a “dona Pérez” en sus venas.
La violencia ha
convertido a las ciudades inseguras por la aglomeración de las masas.
Accidentes de tráfico, venganzas, asaltos, extorciones, secuestros,
violaciones… los mareros matan a personas por oponerse al robo de sus
pertenencias, al no pagar el impuesto de vida. Matan a personas conocidas y
desconocida, a familiares, a compañeros y a rivales, a todo el que se cruce en
el camino. La violencia ha llegado a convertirse en la forma de resolver los
problemas, empeorándolos más. Es una boca hambrienta que carcome a la población y su estomago
nunca se llena.
Los delincuentes
andan suelto infundiendo miedo a diestra y siniestra. La impunidad y la
inseguridad hacen que algunas personas hagan justicia con sus propias manos,
equivocadamente, porque la policía agarra a un
“supuesto” delincuente y lo dejan libre por faltas de pruebas, aunque lo
agarren “con las manos en la masa” como decimos los guatemaltecos.
Artículo
publicado en la revista “Cotzumalguapa”, julio de 2007.
Redactado
libremente.