Siempre los
consejos se dan cuando los errores ya están hechos convirtiéndose en regaños e
insultos y hasta en golpes. Visto desde otro ángulo, un mal padrastro o
madrastra lastima al hijo de su pareja. O los padres se golpean entre ellos y
hacen de los insultos y los golpes el
pan de cada día. Cualquiera de estos
problemas puede concluir a un muchacho a la soledad y a sentirse despreciado e
incomprendido. Entonces busca equivocadamente
en las “maras” a la familia que
le han negado, haciéndole creer al principio que ellos lo protegerán y le
proveerán de lo necesario sin compromiso alguno pero no es así. Buscara el
cariño disfrazado por promesas falsas, pero regresará a casa con el maletín lleno de violencia, de odio, de
dolor…
Por eso la familia
es la base fundamental de la sociedad; es importante por el amor y la
comprensión que brindan los padres que aunque no son perfectos tratan de ser
los mejores a diario. Y por eso los patojos decimos que “tenemos los mejores
padres del mundo”. También porque el niño allí, en el hogar, aprende los
valores morales y religiosos. Un niño si
vive en un ambiente diario de irrespeto
y violencia querrá tratar de igual manera
a sus semejantes sin motivos. Pero si vive lleno de cariño lo más
probable demostrara lo que le han ensenado.
No tiene la culpa
el loro sino quien le ensene a hablar, mas o menos así reza un adagio popular.
Lo que no se puede negar es que la maldad es como una enfermedad congénita
contagiosa. Nosotros como hijos o padres debemos contribuir a la sociedad más humanitaria, porque debemos
poner un granito de bondad para poder construir y salvaguardar el mundo en que vivimos. Lo que hacemos
nosotros afecta a la gente que nos rodea, si somos positivos transmitiremos esperanzas
al prójimo. Si somos negativos seguramente quedaremos como un mal amigo. Lastimosamente
tendemos a imitar lo que otros hacen, aunque no se lo correcto. Si imitamos lo
bueno, no hay clavo. Pero somos más
susceptibles a aprender las cosas malas y muy vulnerables a sus consecuencias.
Deberíamos luchar
para ser buenos padres aunque seamos malos hijos…
Artículo
publicado en la revista “Cotzumalguapa”, julio de 2007.
Redactado
libremente.