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CARTA DE UNA ANALFABETA



CARTA DE UNA ANALFABETA

 
-¿Y qué quieres decirles a los lectores? -Estimados lectores. ¿Así inicia una carta o no? -Sí, con un saludo. -¿La escribirás bonita? -¡Por supuesto, todo lo que me digas! -¿Y me la leerás al terminarla? - Mil veces.

 

“Estimados lectores, ustedes que pueden leer porque tuvieron la oportunidad de estudiar,  lean esta carta porque yo cuando fui una niña únicamente fui una semana a la escuela  debido a los escasos recursos económicos y al pensamiento erróneo de antaño de que las mujeres no deberían  ir  a la escuela porque, al fin de cuentas, iban a  ser mamás y finalizarían viviendo como amas de casa. Y yo pregunto: ¿cómo que para qué estudiar? Para tener mejores oportunidades en la vida, para desempeñar mejor los trabajos, para que no los engañen esas personas aprovechadas, para ser el apoyo escolar de los hijos… Ustedes que están leyendo esto, a los estudiantes que por capricho no quieren asistir a las aulas, a quienes en vez de recibir clases se van a otro lado a jugar, a quienes sólo ocupan un pupitre y son una distracción más para los que  realmente quieren aprender; en fin, a todos ustedes déjenme decirles que valoren el esfuerzo de sus padres, de lo contrario lamentarán en el futuro no haber aprovechado al máximo el tiempo y haberlo gastado estudiando.

 

En la actualidad, sin importar el  género, todos  tienen la oportunidad de prepararse.  Hace algunas décadas eran contados las escuelas y los padres, se puede decir que injustamente,  les daban prioridad a los niños y a las niñas las excluían del mundo del saber. Hoy que la tecnología está al alcance de sus manos, no pierdan la oportunidad de darle un buen uso. En mi época no conocimos computadoras, ni teléfonos;  poseer un radio era un tesoro en los años 60’s. Actualmente todo es diferente, por eso y más, estoy luchando para que todos mis hijos salgan avante y sean buenos ciudadanos, si ellos no lo saben  aprovechar será su problema, yo cumpliré con mi obligación de madre. Siempre les he dicho: la sabiduría sin inteligencia, no sirve de nada. Y seguiré luchando para que mis nietos reciban el pan del saber. No quiero que pasen por lo que yo sufro: tengo que pedir de favor que me lean las recetas médicas, cuando deseo saber una dirección o cuando quiero enterarme de las noticias del periódico. Cada vez que mi hijo escribe un cuento o poema me lo tiene que leer él u otra persona, eso me causa emociones que me hace  llorar. No soy capaz de saber con mis propios ojos lo que mi muchacho escribe, pero mis nueras u otro de mis hijos lo leen por mí y soy feliz de saber que mi patojo escribe muy bonito… Recuerdo que mis niños regresaban de la escuela y me enseñaban las tareas que la maestra le dejaba para el día siguiente y, me pedían apoyo, yo me sentía impotente por no poder ayudarles. Eso no fue obstáculo porque los obligaba a que lo terminaran mientras yo realizaba oficios domésticos, a como ellos pudieran porque soy analfabeta, como dice la gente. Lo que ellos no saben es que  a mis dos primeros hijos antes de que fueran a la escuela yo les ensené los números del uno al diez y las cinco vocales. También ellos se memorizaron   las lecciones de “mamá” y “papá” porque las  copiaban del libro Nacho… El peor analfabetismo es saber leer y escribir y no hacerlo por pereza o desinterés.

 

No saber leer es como estar ciego, tener los ojos vendados. No sabe escribir es algo parecido a no tener voz. Veo  periódicos, revistas y libros  y no puedo saber lo que está escrito en ellos; tengo  mucha  curiosidad de entender la información, lo que hay  en esas páginas, sin embargo solamente veo un montón de palabras que forman  oraciones y párrafos,  pero no comprendo nada. Reconozco números y letras por el uso cotidiano, mas sigo sin comprender. Se me negó esa habilidad de disfrutar la lectura. Por eso, cada vez que a mis hijos les pedían libros sus profesores hice lo posible por comprárselos, y cuando algunas veces  tocaba pagar mensualidades en el colegio y no tenía pisto,  prefería hacer el pago en vez de  comprarme ropa, zapatos o comer algo. Toda madre responsable sabe que aunque en el futuro a los hijos se les olvida el sacrificio que uno  hace por ellos, no me importa porque es grande la satisfacción que se siente ver a un hijo recibiendo reconocimientos o diplomas de sus estudios y más cuando por la bendición de Dios le dan un trabajo, y se pueda valer por sus propios medios, y recibir parte de su primer sueldo.  Soy feliz al escuchar lo que escribe mi segundogénito, imagínense que sí yo supiera leer y escribir. Y como no puedo se le digo con mis palabras que estoy orgullosa de él. Me siento la madre más dichosa del mundo cada vez que  mi hijo recibe un premio literario”.

Autor: Luis Xalin.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bien!!!! Linda carta, felicidades luis