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CARTA DE UN INDIGENA





Con la mente fresca analizo, esperando que esta especie de exabrupto no ofenda, mucho menos que este colmado del ignominioso rencor. Tampoco pretendo ser dramático. Después de respirar profundo, deduzco sin poder encontrar otro origen: que  las envidias o la maldad son los causantes de aspectos negativos en la vida de algunos semejantes y los hacen decir palabras ofensivas que hieren el sentimiento del receptor: hace un tiempo fui duramente criticado por un familiar debido a que, según él, “abandoné la patria” para ya no seguir comiendo tortillas…. Y por supuesto que no es así, lo más lamentable es  que de cualquier persona se puede esperar tal aseveración errónea pero no de un pariente. Bueno, en otra ocasión fui “vilmente criticado” por tratar de escribir y hablar el idioma inglés, pero aquí hago énfasis que eso de meterse en esos menesteres, no es un lujo sino una necesidad donde prevalece el idioma que también hablan los gringos, y tampoco, es de cambiar las raíces, la identidad y/o la idiosincrasia. Muchos niegan sus orígenes, cultura, raza o religión, y eso no quiere decir que ya sean de sangre azul. La esencia del ser no se denota por rasgos físicos, ni por el idioma o dialecto que se habla,  por el país de origen… etc,  sino por la forma de actuar y pensar.

En mis viajes de excursión  por Santiago La Laguna (2001) y Panajachel (2004 y 2006) pude apreciar como los Sololatecos  lucen sus trajes típicos y hablan su dialecto, ¡y hasta el inglés saben hablar!!, para comunicarse con los extranjeros que visitan esos majestuosos lugares de nuestra geografía y poder comercializar sus productos artesanales.  He aquí inicio con un tema que a muchos nos ha pasado:  (No escribiré los nombres de las personas (aunque me gustaría) que al tratar de herirme por no encontrar un argumento válido, me mentaron el adjetivo despreciativo: indio.) Es bien sabido que el término correcto es “indígena”. A ellos les afirmo: Soy un indígena con orgullo. Mi apellido es de origen cakchiquel y  lo he puesto en alto a nivel nacional e  internacional.  (Hasta se como decirlo en inglés).  Soy indígena porque mis abuelos y mis padres son originarios de “tierra fría” y emigraron hacia  la costa sur en  busca de  una mejor calidad de vida.  Soy indígena porque llevo la sangre roja de achiote como el penacho del Quetzal y soy el bizcanieto del tataranieto del bisnieto del nieto de Kaibil Balam. Soy indígena y no tengo la culpa, pero tampoco quiero ser un ladino orgulloso y discriminador.  Yo amo  mis raíces mayas y no tengo prejuicios por ser un guatemalteco. Toda mi familia es indígena, y yo no lo niego aquí ni allá… ¡Yo tuve la fortuna de nacer en las tierras de Santa Lucía Cotzumalguapa! Pero me alegro y felicito a mis paisanos que sí usan trajes típicos y no pierden la oportunidad de lucirlos orgullosos.

La discriminación en todas sus manifestaciones debe ser erradicada de nuestras mentes; eso nada más nos lleva al retraso personal. Actualmente algunas personas se creen superiores por tener un apellido (renombrado) o un color que es mejor visto por la sociedad. Los pueblos indígenas en el pasado fueron brutalmente marginados y esos conllevo al retraso intelectual, pero el proceso es largo y muchos han sobresalido en algún ámbito notorio. Tenemos el ejemplo del poeta Humberto Ak’abal que ha sobresalido internacionalmente con su extraordinaria poesía. A Rigoberta Menchu que es reconocida por haber obtenido el Premio Nobel de la Paz; y así puedo mencionar muchos más indígenas que no se avergüenzan  pero que si han tenido que superar muchos obstáculos. Yo estoy orgulloso de mi árbol genealógico, de mi cultura, mi origen y sobre todo de la persona que soy y de mi peculiar apellido. Tampoco quiero que piensen que soy mejor, o en peor de los casos, superior a los demás; mi intención es solamente  ser un ejemplo a seguir. Como lo he dicho en algunos casos paradójicamente: ¡humildemente demuestro mi orgullo!

Y como podemos cambiar la situación. Yo no me avergüenzo de ser indígena y no porque no lo puedo ocultar, ni porque mi apellido y mis rasgos físicos me delaten sino porque tengo los pies sobre la tierra. En este país del Norte donde lo más hermoso es la fusión de culturas y costumbres de diferentes países, me preguntan por el origen de mi apellido y yo orgullosamente les explico. Los gringos se interesan por las riquezas arqueológicas, por los lugares turísticos, por nuestra gente, por nuestra historia… y la mayoría que hace: ¡se avergüenza de lo nuestro!  Lo que si lamento es que mis padres por sugerencia de no sé quién diablos, me  negaron el privilegio de aprender el idioma materno (Cakchiquel).  Lastimosamente existirán siempre personas que trataran de humillarnos, sin embargo, lo pueden lograr cuando nosotros se los permitimos; y no digo que debemos  defendernos con insultos o golpes. ¡Basta con demostrarles que somos felices!
Autor: Luis Xalin
Publicado en la Revista Cotzumalguapa. Enero 2015 

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